Argumento:
la película está contada por la voz en off de una mujer adulta, que
recuerda cuando, siendo adolescente, trató de vengar el asesinato de
su padre. Para localizar al asesino, tuvo que contratar a Rooster
Cogburn, un alguacil tuerto, pendenciero, borracho y fanfarrón que
encarna Jeff Bridges.
Qué:
los hermanos Coen siguen revisitando géneros muy clásicos del cine,
en este caso, las películas del Oeste, pero aportando su punto de
vista descreído, irónico o directamente cómico. De Valor de
ley no debe olvidarse que está contada por una mujer que, en la
distancia del tiempo, recuerda un episodio de su vida que la marcó.
Podría ser una película de venganzas, de acción, de aventuras.
Lo
es y con brillantez, pero es también una rememoración del
aprendizaje y del tránsito de la niñez a la madurez. Una sucesión
de episodios muy caracterizados en el cine del Oeste, el paso del
río, la emboscada, el duelo, la cabalgada nocturna bajo un cielo
estrellado, la pérdida del caballo. Si resuenan, no es por su
eficacia narrativa, sino porque, como los cuentos, Valor de ley
se sirve de ellos para hablar del aprendizaje vital y del eco que
deja.
De
quién: con los hermanos Coen no hacen falta presentaciones a estas
alturas, ni recordar que Muerte entre las flores (1990) o Fargo
(1996) son excelentes. De su trabajo entre los años 2010 y 2019,
destacaría también A propósito de Llewyn Davis (2013). Por su
luz invernal sobre Greenwich Village y su gato naranja de nombre
homérico, Ulises. Y por su retrato de la cara b de una bohemia
fracasada que duerme en sofás prestados porque no tiene otro sitio
donde hacerlo.
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