martes, 7 de abril de 2020

«Valor de ley» (2010), de los hermanos Coen

Argumento: la película está contada por la voz en off de una mujer adulta, que recuerda cuando, siendo adolescente, trató de vengar el asesinato de su padre. Para localizar al asesino, tuvo que contratar a Rooster Cogburn, un alguacil tuerto, pendenciero, borracho y fanfarrón que encarna Jeff Bridges.


Qué: los hermanos Coen siguen revisitando géneros muy clásicos del cine, en este caso, las películas del Oeste, pero aportando su punto de vista descreído, irónico o directamente cómico. De Valor de ley no debe olvidarse que está contada por una mujer que, en la distancia del tiempo, recuerda un episodio de su vida que la marcó. Podría ser una película de venganzas, de acción, de aventuras.

Lo es y con brillantez, pero es también una rememoración del aprendizaje y del tránsito de la niñez a la madurez. Una sucesión de episodios muy caracterizados en el cine del Oeste, el paso del río, la emboscada, el duelo, la cabalgada nocturna bajo un cielo estrellado, la pérdida del caballo. Si resuenan, no es por su eficacia narrativa, sino porque, como los cuentos, Valor de ley se sirve de ellos para hablar del aprendizaje vital y del eco que deja.

De quién: con los hermanos Coen no hacen falta presentaciones a estas alturas, ni recordar que Muerte entre las flores (1990) o Fargo (1996) son excelentes. De su trabajo entre los años 2010 y 2019, destacaría también A propósito de Llewyn Davis (2013). Por su luz invernal sobre Greenwich Village y su gato naranja de nombre homérico, Ulises. Y por su retrato de la cara b de una bohemia fracasada que duerme en sofás prestados porque no tiene otro sitio donde hacerlo.


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