lunes, 23 de diciembre de 2019

Una película navideña de Mitchell Leisen

No sé si habrán leído ustedes una novela de Javier Marías, Mañana en la batalla piensa en mí. No recuerdo exactamente en qué punto de la novela, pero hacia el principio, el narrador cuenta que está viendo en la televisión una película, que no identifica, en la que actúan Barbara Stanwyck y Fred MacMurray. En alguna reedición de la novela, añadió Javier Marías una nota en la que contaba que en su momento le habían escrito lectores indicándole amablemente que la película en cuestión se llamaba Perdición y que la rodó Billy Wilder en 1944. Con esa imperturbabilidad tan británica que a veces gasta, agradecía Marías la atención de los lectores, pero a continuación les sacaba de su error aclarando que la película que siempre tuvo en mente cuando escribió aquellas páginas, aunque nunca llegase a nombrarla, era Remember the night, una joya de 1940 que rodó Mitchell Leisen con la misma pareja de intérpretes. En España no se estrenó en cine en su momento, pero sí se ha exhibido en televisión y tiene DVD editado aquí, así que la citaré por el título con que se la conoce habitualmente hoy, Recuerdo de una noche.




La película está considerada una comedia. Aunque en cierto modo cruza los charcos de varios géneros, es verdad que en ella Leisen procura la complicidad del espectador y que se ve con mucha simpatía. Cuenta la historia de Lee Leander (Barbara Stanwyck), una ladronzuela al descuido a la que detienen poco antes de Navidad. La acusación se le encomienda al fiscal Jack Sargent (Fred MacMurray), muy apreciado por sus jefes por su efectividad logrando condenas. En el acto del juicio oral se encadenan una serie de momentos cómicos que abreviaré, pero cuyo resultado es el siguiente. El juicio se retrasa hasta principios de enero y Lee queda mientras en libertad y termina yendo a pasar la Navidad con Jack y la familia de él, en el pequeño pueblito de Indiana de donde procede. Recuerdo de una noche, además de ser comedia, es navideña. Nieva, se abren regalos en reunión familiar, la madre y la tía de Jack hornean galletas y todos cantan y bailan en algún momento. Y Recuerdo de una noche, además de navideña, encuentra su momento para ser también romántica. Ayuda mucho a ello la química brutal entre los dos protagonistas. Si alguna vez han juzgado que un actor podía ser expresivo y transparente con su mirada, fíjense en lo que hace en esta película Barbara Stanwyck sólo con sus ojos, desviando alguna mirada, fijando alguna otra, haciéndolos brillar.




Quisiera llamar la atención sobre dos detalles. El primero es un guiño disimulado. Recuerdo de una noche la dirigió Mitchell Leisen y la escribió Preston Sturges y alguno de los dos tuvo el gesto de añadir una simpática alusión a otra película que habían hecho antes. Cuando Lee y Jack van a salir para el pueblito de Indiana, todavía están en un local de Nueva York apalabrando sus planes y la orquesta del local comienza una canción cuya letra dice «living for you is easy living». En 1937, Leisen como director y Sturges como guionista habían rodado una película llamada Easy living, aunque en España se la conoció como Una chica afortunada. Debió quedarles buen recuerdo de la experiencia y, aunque la traducción española de los títulos no deje apreciarlo a la primera, el guiño tres años después está ahí.




Y el segundo es la luz de una escena nocturna delante de las cataratas del Niágara y también el peculiarísimo modo en que se mueven en la escena. Imaginen un arco y una cuerda que va de un extremo a otro. La escena comienza en uno de los ángulos, con un primer plano muy en penumbra de Barbara Stanwyck y Fred MacMurray y con las cataratas muy iluminadas al fondo. Mientras hablan y discuten, los actores caminan siguiendo una barandilla, en línea recta, a lo largo de lo que sería la cuerda del arco. La cámara, sin embargo, sigue la circunferencia y, sin dejar de ocuparse de ellos, se va separando hasta integrarlos en un plano general abierto y los hace pasar delante de varias farolas que cambian la iluminación por completo. A la mitad del movimiento, mientras la pareja continúa el paseo al lado de la barandilla, la cámara vuelve a acercarse, deja de haber farolas y volvemos a un primer plano como el que abría la escena. Dejan de pasear, pero continúan la conversación. Es de noche y la oscuridad apenas permite distinguir los rostros. Son sólo dos siluetas contra el blanco de las cataratas.




Recuerda la noche.  ¡Y feliz Navidad!

lunes, 1 de julio de 2019

Los lugares de Vicente Aleixandre

Por casualidad, durante un tiempo aparqué el coche en Madrid una o dos veces por semana en calles a medio camino entre las paradas de metro de Guzmán el bueno y Metropolitano de la línea circular. Así ha sido desde 2015 hasta hace pocas semanas. Descubrí la zona por casualidad y luego la frecuenté por la facilidad para aparcar que me suponía, llegando desde fuera de la ciudad.
 
Durante mucho tiempo no supe que al lado estaba Velintonia, la casa de Madrid donde vivió Vicente Aleixandre. Creo que no me enteré hasta que leí en la prensa que había proyecto de cambiar el nombre de la parada de metro de Metropolitano. Resulta que, a juicio de alguna autoridad administrativa, había mucho futbolero despistado que quería ir al nuevo estadio del Atleti y terminada saliendo por la parada de Metropolitano. Para los no madrileños, aclararé que el estadio y la parada están en sitios de Madrid muy alejados y que el nombre del estadio no guarda relación con el nombre de la parada.
 
La autoridad administrativa en cuestión pensó que los futboleros despistados debían ser ayudados, como ovejitas descarriadas, a llegar sin confusiones a su destino. Así que nada de pedir más desenvoltura a los futboleros despistados, sino a cambiar el nombre de una parada de metro. Normalmente tanto el cambio en sí, por motivos futbolísticos, como la opción sustituta me habrían parecido una memez. Esta vez al menos la opción que se buscó me encantó. Ahora la antigua parada de Metropolitano es la parada de Vicente Aleixandre.
 
Y así fue como me enteré. A muy poca distancia de la boca de metro está la calle Vicente Aleixandre y en ella está Velintonia. Dejo a continuación dos fotografías de la casa tomadas desde la acera de enfrente.
 

 
Por otra parte, Vicente Aleixandre vivió unos primeros años de su vida en Málaga. Recientemente he podido fotografiar el lugar donde vivió, en un edificio de la calle Córdoba que tiene una discreta placa conmemorativa. A lo mejor no es suficiente tributo al poeta por parte de la ciudad a la que Aleixandre escribió el poema llamado «Ciudad del paraíso», pero mejor eso que nada. Dejo también dos fotografías del portal de la calle Córdoba donde vivió en Málaga.
 

 
E invito a leer «Ciudad del paraíso» y a recordar a Vicente Aleixandre.

sábado, 25 de mayo de 2019

Una lista de películas preferidas

Últimamente, cada dos años hago una lista de mis películas preferidas. En 2015 y 2017 quise escoger quince, que terminaron siendo dieciséis un poco por hacer la gracia de añadir una más. En 2019 he preferido ampliar la lista a veinte. También esta vez he añadido una más, así que en realidad son veintiuna. Ofrezco la lista a continuación.
 
Tabú (1931), de F.W. Murnau
El bazar de las sorpresas (1940), de Ernst Lubitsch
El sueño eterno (1946), de Howard Hawks
El río (1951), de Jean Renoir
El hombre tranquilo (1952), de John Ford
Te querré siempre (1954), de Roberto Rossellini
Un condenado a muerte se ha escapado (1956), de Robert Bresson
Vértigo (1958), de Alfred Hitchcock
El eclipse (1962), de Michelangelo Antonioni
El sabor del sake (1962), de Yasujiro Ozu
Nubes dispersas (1967), de Mikio Naruse
El espíritu de la colmena (1973), de Víctor Erice
Amor de perdición (1978), de Manoel de Oliveira
Fanny y Alexander (1982), de Ingmar Bergman
A nuestros amores (1983), de Maurice Pialat
El rayo verde (1986), de Eric Rohmer
La doble vida de Verónica (1991), de Krzysztof Kieslowski
Eyes Wide Shut (1999), de Stanley Kubrick
Esther Kahn (2000), de Arnaud Desplechin
Los amantes habituales (2005), de Philippe Garrel
Two lovers (2008), de James Gray


domingo, 12 de mayo de 2019

Árboles de la plaza de España

Desde finales de 2015, he fotografiado cada mes el mismo ángulo de la plaza de España, en Madrid. Sólo fallé en abril de 2016, no recuerdo por qué razón. Perdí las fotografías de febrero y marzo de 2017, aunque con toda seguridad las hice. Quizá las borré sin querer en alguna limpieza descontrolada.
 
Tengo cuarenta y dos fotografías. Saturaría mucho colgarlas todas.
 
Dejo en esta entrada las últimas doce, desde junio de 2018 a mayo de 2019. La última fotografía, con la plaza vallada, no la he podido tomar desde el sitio habitual, pero sí muy cerca.
 
Posiblemente la serie se interrumpa un tiempo. En parte, por las obras de la plaza, que durarán un tiempo largo, y en parte por circunstancias personales.
 
Me gusta muchísimo la plaza de España. También sus alrededores: los cines de versión original Renoir y Golem y la librería Ocho y medio.

17 de junio de 2018

14 de julio de 2018

5 de agosto de 2018

1 de septiembre de 2018

7 de octubre de 2018

11 de noviembre de 2018

10 de diciembre de 2018

13 de enero de 2019

17 de febrero de 2019

9 de marzo de 2019

7 de abril de 2019

11 de mayo de 2019

lunes, 6 de mayo de 2019

Libros y películas de 2018

 

Tuve algún problema en mi anterior blog, no sé si con la contraseña o por culpa de mi inactividad. Lo cierto es que a partir de cierto momento me fue imposible volver a entrar. Abro este nuevo blog. Aunque estemos en mayo y pueda parecer tarde, dejo a modo de presentación las listas de las películas y libros que más me gustaron en 2018.
 

 
 

Libros leídos o releídos en 2018 (por un orden relativo y variable de preferencia):

Hedda Gabler, Casa de muñecas y Peer Gynt, de Henrik Ibsen
Las tres hermanas y El jardín de los cerezos, de Antón Chéjov
El extranjero, de Albert Camus
Todo cuanto amé, de Siri Hustvedt
La libertad, ¿liberal o libertaria?, de Raymond Aron
Me acuerdo, de Joe Brainard
Primer amor, de Iván Turguénev
Sobre la tiranía, de Timothy Snyder


Películas actuales vistas en 2018 (sin orden de preferencia):

Amante por un día, de Philippe Garrel
Los archivos del Pentágono, de Steven Spielberg
La cámara de Claire, de Hong Sang-soo
Cold war, de Pawel Pawlikowski
En tránsito, de Christian Petzold
Los fantasmas de Ismael, de Arnaud Desplechin
El hilo invisible, de Paul Thomas Anderson
El reverendo, de Paul Schrader
Un sol interior, de Claire Denis
La última bandera, de Richard Linklater

He mentido antes. Sí hay una cierta preferencia por las de Claire Denis, Philippe Garrel y Hong Sang-soo, por ese orden.


Películas no actuales vistas por primera vez en 2018 (por orden de preferencia):

El cameraman (1928), de Buster Keaton
La verdadera historia de la dama de las camelias (1981), de Mauro Bolognini (la versión de tres horas, conocida como la versión en francés para la televisión)
Recuerdo de una noche (1940), de Mitchell Leisen
El relámpago (1952), de Mikio Naruse
Una confusión confuciana (1994), de Edward Yang
La viuda alegre (1925), de Erich von Stroheim


Para terminar, dejo un enlace al anterior blog, Negro como una noche sin luna. Se trata de una entrada de naturaleza similar a ésta pero referida a lo que me gustó en 2017.